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Palacio de Congresos y de la Música - Palacio Euskalduna

Bilbao

Abandoibarra es hoy el corazón de la ciudad de Bilbao. Años atrás las construcciones de los antiguos astilleros y los depósitos de Renfe impidieron que dicha porción de terreno cercana a la ría bilbaína se nos presentase con la plenitud de la que goza actualmente. La construcción del museo Guggenheim, en un extremo: el Palacio Euskalduna en estos terrenos vacíos; y el abierto diálogo iniciado así con la Universidad de Deusto y el Museo de Bellas Artes, generó una relación entre cuatro piezas que tensionan fuertemente el lugar configurando un nuevo enclave cultural.

Históricamente, la ría tuvo un papel fundamental en la creación y desarrollo de la ciudad. Actuando concretamente como un elemento vertebrador, o flujo de conexión entre hitos arquitectónicos, la ría y su entorno conseguían adquirir así el carácter de no-lugar. Concebido por sus arquitectos, Federico Soriano y Dolores Palacios, como una nave en permanente construcción que emerge del dique en el que estuvo el Astillero Euskalduna, el Palacio aparece ante nosotros como los restos de un barco fantasma; construido hace ya tiempo en los antiguos astilleros y que, abandonado, quedó enterrado en el fangoso fondo de la ría.

Su forma y construcción recuerdan a un buque, a cada una de sus chapas y roblones oxidados. Un buque varado en la ría, interactuando con la historia del lugar, reminiscencia de la construcción de navíos: la forma de construir un barco, las cuadernas, es la estructura del edificio. En su interior, el espacio se libera como en las bodegas de un barco, acomodando en él diversas salas y amplios espacios para su debido uso como ópera. En otras palabras, se pretende transformar dicha caja oxidada y apoyada en el dique seco, en una caja de música; acomodando así una doble piel interior que aísle y proporcione la forma acústica más adecuada a cada una de las tres salas. En cada bodega vacía se superponen placas, plataformas, redes… que bien de madera o de tela metálica, servirán como gradas y techos acústicos, respectivamente. El resto del buque vacío alberga talleres, escenarios, almacenes… y unas torres que, a modo de andamios, acomodan los camerinos.